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miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL CÍRCULO DORADO DE KASE.O

¿Qué podemos decir de El Círculo que no se haya dicho ya? La red está llena de entrevistas, reseñas y críticas de la nueva obra de Kase.O –considero la de Versos Perfectos  la mejor con diferencia-, la inmensa mayoría de los conciertos de la gira han hecho sold out y las diferentes opiniones no han dejado de llover desde el minuto uno. No es para menos. Semanas después de que viera la luz, una vez ha pasado el tiempo para necesario para asimilar su llegada y verlo con una mínima perspectiva, me decido a compartir con vosotros algunas reflexiones al respecto. 

El rasgo más destacado del disco durante su larguísima promoción ha sido el carácter personal del mismo. Kase.O se quita el uniforme de dios del hardcore y Javier adquiere más protagonismo. El propio Ibarra se ha hartado de repetirlo y nosotros nos hemos hartado de escucharlo. Ahora bien, detrás de esta premisa, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Qué secretos guarda el camino que recorre Kase dentro de su vergel circular? 

La ilustración de la portada ha sido realizado por Pedro Rodríguez sobre la idea original del propio Kase.O
El Círculo tiene un contorno que ha sido definido por el propio Ibarra en su mayor parte pero no en su totalidad. Estoy seguro de que las cuerdas que abren la introducción del disco van a resonar en las cabezas de muchos oyentes durante muchos años, como ya lo hacen los samples de R de Rumba en los trabajos de Violadores del Verso. Y aquí presentamos el segundo nombre propio al que debemos hacer referencia: Gonzalo Lasheras, la sombra creativa de Kase.O, la mano que ejecuta tras el cerebro pensante. Las producciones que firman ambos son minimalistas en su inmensa mayoría y se basan en un abanico de sonidos clásicos, de forma que bombos, cajas, bajos y sintetizadores van girando en órbita alrededor del MC y sus versos. La estética de El Círculo es lo suficientemente desahogada como para que el protagonismo principal recaiga en las estructuras y en las rimas de Ibarra; es en sus versos y en sus flows en los que se apoya la música y no al revés. Para conseguir esto de forma satisfactoria, el rapero en cuestión debe ser lo suficientemente bueno, variado y dinámico durante 70 minutos como para evocar todas las imágenes y sentimientos que la música simplemente se encarga de reforzar. Es protagonismo y a la vez autoexigencia. Pero también las producciones deben ser tan decorativas como sólidas, deben ser al mismo tiempo la base y el adorno para las rimas de Kase.O. Ahora bien, como creador del disco, ¿lo consigue? 

La respuesta a esa pregunta depende de los gustos del oyente. Es así de sencillo. En mi caso, la primera vez que escuché Esto No Para no se me iba la sonrisa sádica de la cara. El cuello se me movía solo. Aquí es donde entra en juego un factor más que hace la circunferencia de El Círculo más amplia todavía: los productores con los que Kase ha contado en su obra. Cashflow es uno de ellos. El productor miembro de Grand Groove falleció hace ya unos años y el hecho de que su nombre esté entre los productores de este disco es reflejo no sólo de la calidad de su trabajo, sino también del legado que dejó pese a su corta edad. Otro nombre propio es Crudo Means Raw, probablemente uno de los mayores responsables del trabajo que Ibarra ha estado haciendo en Colombia, y responsable de la producción de Pavos Reales y del Outro. Añadimos a El Arkeólogo en Yemen, uno de los misiles del disco que de forma inevitable recuerda, con sus largos párrafos interminables cruje-nucas, a canciones que tanto hemos disfrutado como Pura Droga Sin Cortar o Trae Ese Ron. También Teórico en Guapo Tarde, Juez One en la co-producción de Triste y de Repartiendo Arte –donde se apunta también Juan Rodríguez Berbin- y Big Hozone en Viejos Ciegos –mira la review que hicimos de su último disco, no seas vago-. Y por supuesto, el productor y Dj de Violadores del Verso R de Rumba, que mete mano en Amor Sin Cláusulas y produce enteramente la colaboración con los propios Violadores: Rap Superdotado. 

El resultado es un sonido conexo pero para nada simple. Hemos dicho que Kase ha presentado su obra como enteramente personal, en la que se quita el traje de superhéroe para dar paso a la persona. Sin embargo, tanto en la Intro orquestal como en Yemen, Quieren Copiar, Pavos Reales o Booty Song encontramos al Kase.O que tanto nos gusta: el bestia, el que escala tan alto al pronunciar su nombre que sufre vértigos al mismo tiempo que lee el futuro de sus competidores en la espuma de su pis. (Personalmente, me llama la atención que cuando hace cinco años se publicó el disco de Kase.O & Jazz Magnetism, se comentó precisamente que Kase había optado por incluir en el largo las canciones más íntimas y existenciales de su repertorio. Es una mera reflexión que os dejo aquí, simplemente). 

Lo que está claro es que ese ego inconmensurable no es sino la sombra de un Javier Ibarra que ha lidiado durante toda su vida con su opuesto; con unos fantasmas que le hacen replantearse su propia conciencia, su valía y su condición. “Tengo que aprender a aprender a pensar”. “¿Valdría de algo volver a nacer? No sé, quizás quisiera no ser”. Javi duda de sus propias dudas. El miedo, la inseguridad y los complejos están narrados por el propio Ibarra de forma cruel. Guapo Tarde, sin ir más lejos, me parece una canción dolorosa; quizá por esa cercanía que desprende, que nos permite entender no sólo la figura del Javi más humano, sino también cuáles son los cimientos del Kase.O todopoderoso y soberbio. 

De este modo, los hilos se conectan de forma que muy pocos esperábamos tratándose de un disco de Javat. Lo primero que pensé cuando escuché Viejos Ciegos, por ejemplo, fue algo parecido a “cuantísimo tiempo he pasado sin escuchar una canción como esta”. Estructuras de escándalo y rimas escandalosas, gamberradas, ingenio y humor a partes iguales por parte de Xhelazz y Sho Hai. En el caso de Pavos Reales, la resumiría en una palabra: colores. Plumajes coloridos en párrafos tropicales, desérticos y costeros de Mcklopedia, Shabu y Hermano L respectivamente. El desparpajo de No Sé Qué Voy A Hacer, los sonidos frikielectrónicos del interludio Quieren Copiar, o las expectativas de Rap Superdotado forman un conjunto de componentes que a mi juicio hacen el disco adictivo, y que cobran mayor sentido para el oyente en el momento en el que los relacionamos con la figura humana que hay detrás de la obra. Un hombre enfadado y triste, sí, pero también un hombre enamorado. 

La instrumental etérea de Amor Sin Cláusulas evoca en mí suspiros profundos y sonrisas tibias. El doble tempo y el bajo de Mitad y Mitad es capaz de sonrojar a cualquiera, y la voz de Najwa es un cuchillo en la sien. Y Mazas y Catapultas… Fuera deliberado por parte de su autor o no, todo el mundo ha estado opinando sobre este disco, y Mazas y Catapultas es uno de los motivos. Para bien o para mal, nos ha descolocado a todos. Opiniones personales aparte, no puedo evitar acordarme de Lágrimas Negras, el álbum de Bebo y El Cigala, cuando escucho esta canción. Esas percusiones a medida con cada sílaba, junto con el piano que las acompaña, forman una mezcla entre flamenco y jazz tan bizarra y exótica como arriesgada. Sí, el riesgo es patente y latente en El Círculo, pero que nadie se equivoque: el único motivo por el que esto es así queda claro y conciso en la Introducción –y parece que mucha gente todavía no se ha enterado de esto-: “Sed bienvenidos a este Círculo, en el que hago lo que me sale de los huevos”. Personalmente, Mazas y Catapultas me parece tan valiente como única. Muy poca gente dentro del rap patrio podría haber hecho una canción así. A mí me encanta. 

Y llegamos al colofón. El túnel. La estatua. La herida. He hablado con algún que otro amigo mío qué es exactamente lo que tiene Basureta para afectarnos tanto y, personalmente, no he llegado a ninguna conclusión. “No puedo escucharla tío, sencillamente no puedo; me pone súper triste”, me decía. ¿Es empatía? ¿Es la depresión que Javi sufrió en Colombia tan fiel y cercanamente recreada que nos hace empatizar con él hasta ese punto? ¿Es mérito suyo, o es debilidad nuestra? Escucho esta canción y pienso en mi madre abrochándome el abrigo. Pienso en mis amigos; hoy que están lejos, pienso en qué pasaría si se van, si me los quitaran. “Nadie puede robármelos, nadie puede robarme aquellas tardes”, me digo a mí mismo, mientras pienso que, definitivamente, estos son unos tiempos jodidamente raros. 

Tiempos en los que amo abstraerme. Cuando Kase.O publicó el año pasado Previo, el maxi precedente a El Círculo, a todos nos pilló a contrapié la canción Repartiendo Arte. Tengo en casa pendiente de leer “De lo espiritual en el arte” de Kandinsky, pero eso no me ha impedido elaborar mis propias conclusiones de una canción que podría ser un tratado filosófico en sí misma. Un mundo donde el creador, el artista, puede dar forma a sus impulsos. Donde la percepción de la perfección varía y cambia, donde las estructuras líricas y arquitectónicas son articuladas por un arquitecto a voluntad, en un espacio donde las referencias se pierden. Kase habla, tal y como lo interpreto, de una esfera paralela, la cual explora como un astronauta que se asoma al espacio exterior sujeto con un cable que le mantiene conectado a la nave. Al mundo real, físico y concreto. Y precisamente, ese “hilo de Ariadna” acaba rompiéndose, de forma que Javat se pierde en ese inmenso laberinto artístico para siempre… Pero, ¿cuánto tiempo dura? ¿Cuándo acaba un siempre?

Supongo que la respuesta a esa pregunta es indefinida, como indefinido es el principio y el final del círculo. En minúsculas. La virtud de este disco, más allá de todo el ruido que se ha generado a su alrededor por diversos – y controvertidos- motivos en los que no vamos a entrar, es que gira en torno a una serie de conceptos y estilos que se complementan unos a los otros. Y son ideas, sentimientos y evocaciones que, si bien han sido creadas con un viaje, un objetivo y una depresión de por medio, son inevitablemente atemporales. Ese es El Círculo; en mayúsculas. La lealtad a sí mismo es la que ha hecho a los mensajes de Javier Ibarra atemporales y eternos. Ajeno a gustos ajenos. Y aparte de todo esto, podemos decir que ha superado las 20.000 copias vendidas, y que esa aceptación, ese ego, ese indiscutible ejercicio de autoconocimiento y superación, a día de hoy tiene forma de disco de oro 

Tal y como yo lo veo, el escarabajo que aletea en la cabeza de Kase.O no ha formado un disco que cambie el juego. En absoluto. El planeta rap sigue girando en su misma órbita; El Círculo no ha cambiado ni va a cambiar eso. No, Javier Ibarra no ha hecho un disco que cambie las cosas. Ha hecho un disco que cambia a la gente.