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martes, 28 de julio de 2015

HEREDEROS ETERNOS.

EL LEGADO DE CHRISTIE, DE DEL PORTAL, JUAPI Y ROZAS. 

Portada del libro.
Lo bueno de tener un padre escritor es que, a la larga, conoces a otros escritores. Y lo bueno de conocer a otros escritores es que compartes trabajo. A base de dar algún que otro concierto por Parla y alrededores acabé conociendo a David Ruiz del Portal. A Juapi le conocí tiempo después, cuando actué en la presentación de la revista El Globo Sonda (punto de encuentro y de partida del arte parleño, check it out). Mi implicación en el Legado de Christie no fue otra que la de actuar en el acto de su presentación, el 10 de abril de 2015. David y Juapi se curraron presentaciones nada comunes en lo que a libros se refiere, y la oportunidad que me dieron de participar en dos de ellas la conservo como el principio de un camino compartido que me hace sentir orgulloso.

Hechas las presentaciones, pasemos a analizar a la bestia en cuestión: El Legado de Christie.

Del Portal y Juapi aka Zipi & Zape 
Antes incluso de empezar a leerlo, la pregunta que me venía a la mente era clara: ¿qué puedo leer sobre apocalipsis zombies que no haya leído ya? Esa es la cara y la cruz de El Legado de Christie. Por un lado, existe gracias a los memorables blockbusters de terror Z que han marcado una época en el género. Pero por otro, gracias a obras como 28 Días Después y Soy Leyenda, Resident Evil o The Walking Dead entre otros muchos, hemos sufrido en los últimos años un bombardeo de mundos apocalípticos atestados de zombies, con todo lo que eso conlleva. Eso le pone más difícil a un libro como este el llamar la atención, aportar cosas y sorprender. Empecemos por el principio. 

Cartel promocional
Ese principio es Owen Duran. Del Portal juega con la doble personalidad del protagonista, en lo que a lo largo de la novela se acaba convirtiendo en una lucha constante contra sus demonios. El mundo se va a la mierda, de modo que el presente apocalíptico choca con el pasado, donde Owen vivía con su familia. Toda esa lucha se aloja en su cabeza, y se refleja de cara al exterior con un sencillo cambio de look. Esto tampoco es del todo nuevo, pero David le da matices. Es obvio que en el tratamiento de un personaje es necesario un cambio radical en su forma de comportarse, en sus miedos y en sus ambiciones, cuando todo lo que ha amado sucumbe de forma tan macabra. Es una cuestión de supervivencia: abandonarse a la ira, a la rabia y a los instintos primarios. La parte interesante de todo esto es cómo David intercala los dos estados de Owen: por un lado, el Owen sádico que vive en un mundo desolado (al más puro estilo Soy Leyenda) y por otro, el padre, el Owen con mujer e hija que ve como todo se va desmoronando de golpe (y que, por supuesto, acabará convertido en el mencionado anteriormente). 

Mr. Owen Duran, prota del blockbuster.
Los juegos temporales dan a la novela de un dinamismo muy agradecido, más allá de que todos sabemos lo que se va a encontrar Owen al entrar en el hospital, que su familia no puede tener mucha mejor suerte, y que por supuesto todo acaba de la misma forma: con Owen completamente solo en una Manhattan infecta de zombies. En contraste, algo tan “monótono” como la supervivencia de Owen en esa última situación (si se puede considerar monótona la masacre diaria de “eternos”) no tarda en verse aderezado con giros interesantes en la trama. No es tanto lo que ocurre narrativamente, como un nuevo cambio en la mentalidad de Owen: de repente, por un momento, se da cuenta de que puede acercarse de nuevo a las respuestas que buscó al principio del desastre.

El libro poco a poco te va atrapando en sus redes, hasta que llegamos a lo que para mí es el verdadero puntazo de la novela. Entre las diferentes escenas de matanzas zombies (cada cual más gore, me quedo sin duda con la de la embarazada) vemos una nueva propuesta:

Lo definiría como 'nostalgia': Un antiguo chef convertido en eterno que, al ir a devorar a Owen en un restaurante italiano, de repente decide, motivado por su olfato, apagar el horno donde hacía las pizzas. Una pareja de novios que parece olvidar que están infectados y bailan como recién casados. Un zombie que, después de devorar a su familia, ofrece una copa de vino a Owen (el tío Willy, espectacular personaje). David mezcla en este punto dos elementos que aparentemente son incompatibles en una misma ecuación: zombies con ternura. Como si los eternos infectados no acabaran de olvidar quienes fueron y guardaran esos hábitos aun con la infección en pleno efecto. Maravilloso.

Una de las ilustraciones de Juapi.
Por otro lado, si bien en ocasiones echo de menos algo más de agilidad y rapidez en la narración de la historia (entiéndase, ocupar 2 párrafos en contar cómo le reviento la cabeza a un eterno en vez de página y media), la trama tiene determinados momentos de muchísima calidad. El deportivo que aparece de repente en New Jersey, la transformación en Central Park en un campo de concentración zombie, el hallazgo de los explosivos en el hospital, la trampa tendida por los zombies en el túnel... Si bien no nos hacen quedarnos sin uñas, sí que le dan a la trama un dinamismo verdaderamente interesante, dentro de las situaciones a las que estamos acostumbrados dentro del género. Hacen que la historia progrese a pasos agigantados y que, sin darnos cuenta, dejemos páginas y páginas atrás. 
Otro diseño de Juapi.
Por sacarle algún pero, diría que Owen queda retratado como un auténtico torpe al salir a la calle detrás de O´Conell, no digamos ya al organizar la pira funeraria después de que los médicos que le hagan entrever la ubicación de cierta cura (spoilers los mínimos). Por un lado es comprensible, pero también un poco torpe por su parte, todo sea dicho. 

El libro, además, tiene un bonus: el trabajo gráfico de Juapi. Este genio (no se le puede llamar de otra forma) acompaña a los textos de David con ilustraciones en ocasiones cotidianas, en otras verdaderamente espectaculares. Sólo tengo una pega: se me hacen escasas, tanto dichas ilustraciones como su protagonismo. Como los propios autores dicen, la idea era recuperar la idea de “novela ilustrada”. Está claro que lo logran, pero personalmente me quedo con ganas de más, más zombies, más vísceras, más material visual. Desde luego que merecen ese protagonismo. 
Ilustraciones de Juapi para el libro. Espectaculares.
En conclusión, El Legado de Christie ha demostrado ser un proyecto a gran escala, sin limitarse a una novela ilustrada corriente. Las presentaciones, las ilustraciones que acompañan a la narración, e incluso la BSO hecha por el grupo parleño GEA (trabajo tan bueno como humilde) hacen que la obra se haga notar dentro del género. ¿Quieres zombies, violencia, sangre, y un apocalipsis? Lo tienes. Y además tienes todo lo que ya hemos mencionado anteriormente. Del Portal le da un muy buen ritmo a la historia, más allá de los gustos sobre la forma de narrarla, y Juapi lo ambienta de forma sobresaliente. Mediante saltos temporales, personajes (en especial Owen) muy bien logrados y diálogos en ocasiones brillantes (típicos del género, por otro lado) la historia evoluciona mientras las páginas se amontonan a nuestra espalda cual cadáveres de eternos. 

Si el Z es tu género, El Legado de Christie es tu obra, no doubt. Os dejo abajo el video promocional del libro con la genial canción del grupo GEA.


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